jueves, 29 de julio de 2010

El Presidente electo, Juan Manuel Santos, necesita hacer una diplomacia sobria

Por: Socorro Ramirez
Publicado en El Tiempo
18/07/2010


¿Qué pretende el presidente Álvaro Uribe al presentar, en vísperas de la posesión de su sucesor, a los directores de medios, el acumulado de fotos y videos de jefes de las Farc y el Eln que estarían en Venezuela? Las interpretaciones de su decisión fluctúan entre un intento del mandatario saliente por bloquear el diálogo que el Presidente electo se propone adelantar con los Gobiernos vecinos, y el de pretender al menos condicionarlo.

A lo mejor, el Presidente saliente quiere dejar atada a un asunto crucial la agenda de diálogo de su sucesor con su homólogo venezolano. Según su ministro de Defensa, "es fundamental que se resuelva la presencia de estos terroristas en territorio venezolano para proceder en cualquier dirección de normalización. El señor Presidente insiste en que trascendamos la coyuntura actual, pero que no se olvide la presencia confirmada, clara y concreta de terroristas de las Farc y del Eln en el vecino país".

Sin embargo, el hecho de que ya Uribe hubiera fustigado desde antes los primeros gestos del nuevo Gobierno hacia Venezuela llamándolos "diplomacia cosmética y de apariencia", "meliflua y babosa", llevan a pensar más bien en la primera hipótesis: Uribe busca torpedear los esfuerzos de distensión que ha emprendido el nuevo Gobierno. Quiere impedir la presencia de Chávez en Bogotá y una eventual normalización de las relaciones una vez que él entregue la presidencia, que lo harían aparecer como parcialmente responsable de su deterioro.

Expresa, de paso, su molestia con el hecho de que Santos haya nombrado canciller a la ex embajadora en Venezuela que había tenido el coraje y la firmeza de renunciar a la Embajada en la ONU y no aceptar la de Francia en señal de inconformidad con los nombramientos clientelistas realizados por Uribe. La reacción de Santos desde Miami fue elocuente. En tono más firme que de ordinario afirmó: "No tengo nada que decir", y después agregó que, justamente, Colombia y Venezuela deben iniciar un diálogo, si se quiere resolver el problema de "la presencia de terroristas en territorio venezolano".

A lo largo de los ocho años del Gobierno que termina, quedó demostrado que el uso del micrófono para las acusaciones no se traduce en un trámite más eficaz de los complejos asuntos de seguridad transfronteriza. Así quedó en evidencia con el manejo de la información de los computadores guerrilleros o con las quejas ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El anuncio de la sesión extraordinaria de la OEA para que el gobierno colombiano presente las denuncias bien podría convertirse en una oportunidad para que la Organización pueda ayudar a controlar las peligrosas tensiones en los próximos días y a concretar una hoja de ruta para que tome forma el diálogo que les conviene a ambos países y que quiere emprender el Presidente electo sobre todos los asuntos que están sobre la mesa.

El presidente Chávez reaccionó fustigando a Uribe y llamando a su embajador en Colombia. Sin embargo, parece haber dejado una puerta abierta al interpretar el hecho como un intento "de impedirle a Santos que vuelva a establecer relaciones respetuosas con su hermana Venezuela", y al agregar que está con "las manos abiertas" y a la espera del nuevo Presidente de Colombia "a pesar del pasado".

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Ecuador - Colombia, etapa de coqueteos

Por: Socorro Ramirez
Publicado en Razón Pública
12/07/2010

El cambio de gobierno en Colombia ha permitido abrigar nuevas esperanzas en torno a la normalización de relaciones con Ecuador. Pero el camino es largo... y culebrero.


Después de la cortesía

El cambio de gobierno en Colombia viene abriendo tímidos caminos que permitirían avanzar en la distensión con Ecuador, aunque los positivos gestos simbólicos realizados hasta ahora por el presidente electo Juan Manuel Santos y el presidente Rafael Correa estén aún lejos de ser suficientes para consolidar la normalización de las relaciones diplomáticas entre los países.

Después de su elección Juan Manuel Santos ha insistido en que no reconoce "enemigos internos ni externos" y en que quiere "abrir caminos de cooperación hacia el futuro", en lugar de "mirar con amargura hacia el pasado". Además, se ha comprometido a mejorar las relaciones bilaterales y a propiciar la integración regional.

Las declaraciones fueron bien recibidas, en primer lugar, por el propio presidente Rafael Correa, quien a su vez lo llamó para felicitarlo por su elección y dijo estar dispuesto a venir a la posesión. Santos recibió sus saludos como "un primer gesto muy positivo hacia ese objetivo que todos debemos tener, y es el de restablecer las relaciones por el bien de nuestros pueblos", y reiteró que recibiría con satisfacción la presencia de los gobernantes vecinos en su posesión. Pero, tras estas primeras expresiones de cortesía, Correa y sus ministros de Relaciones Exteriores, Seguridad y Defensa insistieron en que, además de gestos, esperan hechos.

martes, 18 de mayo de 2010

¿Por UNASUR a la Casa Rosada?

Por: Socorro Ramirez
Publicado en Razón Pública
17/05/2010

La elección de Néstor Kirchner como Secretario General ilustra bien la ambigüedad, el potencial y los riesgos de este nuevo y activo organismo regional.

Finamente, Cristina Kirchner consagró a su marido como Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). A pesar de sus antecedentes de intolerancia y polarización y de las demandas por corrupción que tiene encima, el expresidente Néstor Kirchner -carente de dotes diplomáticas o de negociador y sin liderazgo regional- a pocos meses de concretar su candidatura para la reelección presidencial en 2011, puede tener el interés de usar su nuevo puesto para convencer a las facciones del partido Justicialista y a los electores argentinos de la bondad de garantizar la continuidad familiar en el poder. Su fuerte involucramiento en la política nacional le hará muy difícil, así pida licencia como diputado, cumplir el estatuto de UNASUR, que le exige dedicación exclusiva en su cargo.

¿Qué hizo posible la escogencia?

Para promover la designación de Kichner al frente de la UNASUR, la presidenta argentina supo aprovechar varias circunstancias.

Ante todo, jugó a su favor el interés de los miembros del ALBA por contar con su mayor aliado al frente de UNASUR. Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales le facilitaron las cosas aprovechando que el tratado constitutivo de la Unión sólo ha sido ratificado por los congresos de sus propios países más el de Guayana. Interpretaron el consenso requerido para este tipo de decisiones como simple ausencia de veto y propician el traslado de la sede de la Secretaría de UNASUR de Quito a Buenos Aires. Grandes concesiones para un aliado que podría además ayudarles a establecer un cierto equilibrio con Brasil.

A la elección de Kirchner ayudó también la necesidad de los países colindantes de evitar cualquier roce con el gobierno argentino. El nuevo presidente uruguayo, Pepe Mujica, urgido de restablecer las relaciones con Buenos Aires, "no votó sino que acompañó el consenso", levantando así el veto antes impuesto al nombramiento de Kirchner por su antecesor Tabaré Vásquez debido a la disputa de las papeleras y al bloqueo del puente internacional que une a los dos países. Por su parte, Lula buscó evitar conflictos y comprometer a la pareja argentina que al comienzo de UNASUR se había mostrado más bien en desacuerdo con su existencia al asumirla como una maniobra de Brasil orientada a conquistar su hegemonía. Sebastián Piñera, el derechista presidente chileno, para no molestar al gobierno del mayor país colindante que le redujo la exportación de gas y aumentó sus precios, aceptó la candidatura Kirchner, a lo cual la presidenta Cristina le correspondió no objetando el nombramiento de Miguel Otero como embajador en ese país, pese a tratarse de un aliado de la dictadura de Pinochet. Fernando Lugo, desde Paraguay, no tenía mucho margen de maniobra, enredado como está en hacerle frente al brote de violencia ocasionado por el narcotráfico y por un grupo insurgente.

Asimismo, fue decisiva la ausencia de candidatos alternativos a pesar de que los presidentes que más impulsaron a UNASUR y más reconocimiento regional han alcanzado, terminaban sus periodos de gobierno. Michelle Bachelet fue propuesta por Pepe Mujica pero Chile evitó contrariar a la pareja argentina, y Lula aspira a cargos de influencia global.

En la designación de Kirchner también contó el poco margen de acción del resto de gobiernos suramericanos. Alan García aceptó apoyar la aspiración del expresidente argentino y recibió el desagravio institucional que en reciente visita le ofreció la señora Kirchner por el hecho de que su país hubiera vendido clandestinamente fusiles y municiones a Ecuador durante el conflicto armado de 1995, a pesar de ser garante del acuerdo de paz y de límites entre Perú y Ecuador y pese al apoyo que Perú le había prestado a Argentina en la guerra de las Malvinas en 1982. Los restantes gobiernos -Colombia, Surinam y Guyana, cuyos presidentes (además del peruano) no asistieron a la cita de UNASUR en Argentina el 4 de mayo de 2010- se limitaron a no entorpecer el consenso.

El papel del secretario y el sentido de UNASUR

El asunto de la Secretaría General (distinta de la Presidencia pro tempore, que es rotativa) ha sintetizado la controversia sobre el sentido de UNASUR, desde cuando en forma inesperada, en la sexta cumbre suramericana, dedicada al tema energético y realizada en Margarita en 2007, el presidente Hugo Chávez propuso transformar en UNASUR la Comunidad Suramericana de Naciones (surgida en Cusco, en diciembre de 2004), convocar su reunión constitutiva para enero de 2008 en Cartagena, nombrar como Secretario General al expresidente ecuatoriano Rodrigo Borja y ubicar la sede en Quito.

Desde su nominación, Borja manifestó que asumiría como Secretario General sólo si UNASUR sustituía a la CAN y el Mercosur para formar una sola entidad con proyectos, personal y presupuestos propios. Para ello propuso que los estados miembros, a cambio de las ventajas económicas, políticas y geopolíticas que la entidad les puede ofrecer, autolimitaran algunas de sus potestades soberanas y formaran la Unión con órganos comunitarios de decisión y acción multinacionales. El rechazo de esa propuesta llevó a la renuncia de Borja el 21 de mayo de 2008, dos días antes de la cumbre constitutiva, la cual, por tensiones entre Venezuela, Colombia y Ecuador, se trasladó a Brasilia.

En medio de controversias sobre el alcance y sentido de la nueva entidad, cada gobierno prefirió no trasladar su poder de decisión a un ente supranacional y procuró más bien garantizar el control de la entidad y adoptar decisiones por consenso. Pero ni entonces ni después hubo consenso para constituir una Secretaría como instancia con algún nivel de poder o representación, y su nombramiento quedó como una potestad de los presidentes. No era posible otra cosa ante el predominio de presidentes personalistas, mesiánicos y mediáticos. Lo intergubernamental se impuso entonces sobre lo supranacional y lo político supeditó lo técnico, como se vio en las definiciones sobre órganos como la Secretaría General y sus competencias.

La escogencia de Kirchner obedece entonces más a un interés por los acercamientos político-presidenciales que a la voluntad de adelantar un proceso técnico de construcción de institucionalidad. Además, no es clara la función que aquél podrá desarrollar como Secretario pues la constitución de la entidad no ha recibido sino cuatro de las nueve ratificaciones requeridas como mínimo para poder entrar en vigencia y cuyos miembros tienen no pocas diferencias. Justamente, debido a las divergencias, en su acuerdo constitutivo (artículo 13) UNASUR definió que, luego de la aceptación por consenso de una decisión cualquiera, su aplicación puede ser gradual y flexible. Así, tres o más Estados miembros pueden iniciar una política si informan de su avance al Consejo de Delegados y brindan a otros Estados miembros la posibilidad de incorporarse a ella. Cualquier miembro podría también eximirse de aplicar una política aprobada, sea por tiempo definido o indefinido, y puede incorporarse posteriormente de forma total o parcial. Además, cualquier miembro podrá participar como observador o eximirse total o parcialmente por tiempo definido o indefinido de participar en las instituciones, organizaciones o programas que se creen.

Los riesgos

Esas precauciones tomadas en la constitución de UNASUR y la flexible estructura adoptada pueden servirle a Kirchner para cimentar el acercamiento entre los gobiernos. Pero también pueden ser usadas en beneficio de su propia agenda nacional y de los propósitos de sus aliados políticos. Si se limita a sacarle tajada para sus propósitos reeleccionistas en Argentina o para servirles a sus aliados, puede terminar pagando un costo alto en su país y endosándoselo a esta naciente organización.

Aunque no ha formalizado su existencia UNASUR se ha ido construyendo al ritmo de los impulsos de sus miembros, de sus acercamientos y tensiones. Bolivia condujo desde 2007 la preparación de su constitución. Brasil en 2008 le dio forma y logró que también se aprobara la conformación del Consejo de Defensa Suramericano. Chile le dio sentido al aglutinar con Brasil una intervención que, en septiembre de 2008, evitó la consolidación de las amenazas de guerra civil en Bolivia. Ecuador, con el apoyo de Venezuela y Brasil, canalizó el cuestionamiento al acuerdo militar de Colombia y Estados Unidos, y aglutinó el apoyo suramericano para la reconstrucción de Haití.

Sin estructura organizativa distinta de la que le han dado los gobiernos que han asumido su conducción, UNASUR ha ido generando una serie de consejos: defensa, lucha contra el narcotráfico, desarrollo social, salud, educación, cultura, ciencia y tecnología, infraestructura y planeamiento. El Consejo de Defensa podría ser el que más avance alcance si logra darle un contenido más específico al acercamiento suramericano para poner en marcha el acuerdo sobre mecanismos de creación de confianza en materia militar.

La proliferación de consejos muestra las enormes potencialidades de la actuación conjunta y la necesidad de la existencia de UNASUR, pero también los gigantescos riesgos de repetir la historia de la hasta ahora fallida integración latinoamericana: reducirse a declaraciones retóricas sobre todos los temas posibles sin capacidad real de concertación de posiciones ni de actuación conjunta. En Argentina se adoptó una declaración sobre muchos temas -solución de controversias, diálogo con Estados Unidos, situación de Honduras, islas Malvinas, Ley de Arizona, estado de excepción de Paraguay, reconstrucción de Haití y Chile, energía, cultura, educación, ciencia, tecnología e innovación, el problema mundial de las drogas y un plan energético- que ojalá puedan traducir la retórica en posiciones comunes ante negociaciones internacionales o en espacios multilaterales. Los riesgos de UNASUR se derivan, además, de la primacía de la fragmentación ideológica que el nuevo Secretario General y quien ejerce la presidencia pro tempore pueden exacerbar si se dedican a impulsar sus propios proyectos políticos en desmedro de la construcción institucional.

*El diario El Tiempo del 15 de mayo publicó un artículo de la autora sobre el mismo evento de este análisis.

jueves, 6 de mayo de 2010

Informe Misión de Política Exterior de Colombia

El pasado viernes 16 de abril, la denominada Misión de Política Exterior de Colombia, conformada por siete expertos (entre ellos Socorro Ramirez) de destacada trayectoria en diferentes disciplinas, presentó su informe final, luego de un año de reflexiones que permitió un diagnóstico sobre lo que Colombia debe realizar en materia de Política Exterior.

Leer el Informe en PDF

Leer el resumen del Informe (por el Instituto des Estudios Geoestrategicos y Asuntos Políticos)

Pacto sobre política exterior

Por: Socorro Ramirez
Publicado en eltiempo.com/opinión/columnistas
30/04/2010

Imposible no debatir el trascendental tema de la política exterior, como lo ha propuesto un candidato para evitar que los gobiernos vecinos intervengan en la campaña presidencial. Todos los candidatos han rechazado con razón este tipo de injerencias.

Es, en cambio, urgente poner sobre el tapete el informe de la Misión de Política Exterior, que propone, entre otras cosas, un pacto nacional para una política exterior de Estado. Ese pacto implica que todos los partidos y movimientos políticos renuncien explícitamente al uso clientelista del dispositivo diplomático y se comprometan a convertirlo en un eficiente instrumento de inserción internacional del país.

Una política exterior de Estado requiere una persistencia que no hay que confundir con continuismo. De hecho, la Misión propone un cambio profundo porque el país no puede seguir pagando los costos de una forma de actuación coyuntural y reactiva que sólo mira hacia las preocupaciones gubernamentales inmediatas y hace caso omiso de lo que ocurre en el entorno regional y global.
Para empezar, es imprescindible un amplio debate que construya una visión integral y coherente. Hoy, los mensajes son contradictorios. Bajo la perspectiva del "todo vale" en la búsqueda de la seguridad, el Gobierno firma y el Congreso ratifica convenios internacionales que luego se incumplen; es lo que pasa, por ejemplo, en derechos humanos o con la protección ambiental afectada por las fumigaciones de la coca.

También es esencial definir prioridades, con amplia participación de todas las instituciones estatales que ahora actúan de manera fragmentada en negociaciones internacionales, de los partidos y movimientos políticos cuya mayoría se dedica a cambiar respaldos legislativos por puestos diplomáticos, de las regiones fronterizas, los gremios y las organizaciones sociales no gubernamentales, que no suelen ser tomadas en cuenta aunque estén forzosamente involucradas en diversas relaciones exteriores del país.

El giro propuesto implica que, desde luego, el Presidente de la República continúe conduciendo la política exterior, pero sin apropiársela de manera personal a costa de las instituciones existentes para ese fin. Asimismo, exige que la Cancillería, hoy marginalizada o reducida a apagar incendios, esté en capacidad de coordinar la actuación internacional de todo el Estado, y de dirigir las representaciones diplomáticas y consulares, muchas de las cuales, nombradas para retribuir favores, responden hoy más a sus agendas particulares que a las necesidades nacionales. Entre tanto, el país pierde numerosas oportunidades para diversificar relaciones e intercambios.

La Misión propone lograr, en diez años, que al menos dos tercios de la planta interna y externa de la Cancillería pertenezcan a una carrera diplomática y consular profesional, sugiere ampliar la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores de manera que refleje la pluralidad del espectro político y les dé representación a las fronteras, e insiste en que el poder legislativo debe participar en la construcción de una política exterior de Estado y en el control de su aplicación. Igualmente, la Misión considera necesario abrir a este respecto un amplio espacio de interlocución con diversas organizaciones sociales así estas tengan una perspectiva distinta a la de los gobiernos.

La Misión entregó sus resultados al Estado: al Presidente, a la Comisión Asesora y al Consejo de ministros y a la Cancillería. Asimismo, hizo una presentación pública con el fin de que ese ejercicio impulsara una reflexión en la sociedad colombiana. La Cancillería y otros ministerios, así como los medios de comunicación, han comenzado a examinar sus propuestas. Ahora el turno es para los candidatos presidenciales, quienes deberían revisar el documento (www.fedesarrollo.org.co) y comprometerse a impulsar un gran pacto nacional en esta materia, indispensable para desarrollar una política exterior consistente.

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Los vecinos en la campaña presidencial

Por: Socorro Ramirez
Publicado en eltiempo.com/opinión /columnistas
17/04/2010

La suspensión del gobierno venezolano de cualquier acercamiento con su par colombiano, así como las dificultades que surgen desde Ecuador a la normalización de las relaciones diplomáticas con Colombia, puede ser vista como el intento de aprovechar la campaña presidencial colombiana para sacar alguna ventaja. A su vez, la drástica respuesta del Gobierno colombiano y el discurso de los candidatos uribistas pueden ser leídos como un llamado a la continuidad como garantía de firmeza. Pero el nuevo forcejeo puede ser contrario a lo esperado por esos tres sectores.

En efecto, el freno impuesto desde Venezuela a la acción del grupo de países nombrados en la cumbre de Cancún para acercar a Caracas y Bogotá y las detenciones de colombianos, o la decisión tomada en Ecuador de revivir las órdenes de captura contra el ex ministro de Defensa y generales del Ejército y la Policía, aumentan en Colombia la molestia y desconfianza frente a sus gobiernos, y, en contravía de sus expectativas, pueden terminar ayudando a los candidatos uribistas.

Por su parte, la respuesta del gobierno de Uribe con llamados a no asistir a eventos venezolanos y a no ir a Venezuela (como si esto fuera posible), así como sus alusiones a que la no continuidad se traduciría en una debilidad que les atribuye a Mockus y Fajardo, trata de favorecer a los candidatos afines a sus políticas. Cada uno de estos, a su vez, procura mostrarse como el más duro. Juan Manuel Santos, aunque dice que mejorará la relación con Venezuela, promete hacer de Colombia un verdadero aliado estratégico de Estados Unidos. Noemí Sanín ofrece una mayor vinculación en materia de seguridad con Estados Unidos y la Unión Europea y, aunque habla de comercio, centra la relación con la región en la lucha antiterrorista. Germán Vargas Lleras garantiza que impedirá que Venezuela sea retaguardia estratégica de la guerrilla. La nueva tensión les da argumentos a estos discursos.
Además, postergar al menos por seis meses más las negociaciones para superar la tensión y reconstruir las relaciones diplomáticas trae consecuencias graves para los tres países.

Caracas y Bogotá no tienen hoy cómo tramitar los asuntos bilaterales y fronterizos, que no desaparecen por la falta de entendimiento presidencial. Quito y Bogotá, aunque iniciaron la normalización, no han podido concretar la reunión que debe analizar los asuntos sensibles en materia de seguridad ni poner en marcha los planes conjuntos de desarrollo fronterizo, indispensables para revertir la situación. Entre tanto, en las fronteras compartidas los costos del desentendimiento siguen siendo cubiertos por las poblaciones fronterizas, que ven entrabada su integración y agravada su problemática, pues los grupos irregulares y la economía ilegal ocupan el lugar de la acción interestatal.

La dilación también tiene efectos internos. En Venezuela, la fatiga con la situación interna y el rechazo a la tensión con Colombia puede afectar al movimiento bolivariano en las decisivas elecciones del próximo 26 de septiembre, más aun cuando aumenta la preocupación de los migrantes colombianos por las detenciones de connacionales. En Ecuador ha crecido la molestia con el uso político de la tensión con Colombia dadas las diversas consecuencias negativas y la pérdida de oportunidades que dejan las malas relaciones.

Aunque el presidente Uribe conserva gran capacidad de incidencia en la campaña, no copa ya la escena ni puede poner los términos del debate. La ola verde que encabezan Antanas Mockus y Sergio Fajardo abre la posibilidad de un cambio firme y consistente. Pero algunos gobiernos vecinos podrían convertirse, sin saberlo ni quererlo, en grandes electores de la continuidad. En cualquier hipótesis, con este o con cualquier gobierno, no hay camino distinto del diálogo para enfrentar conjuntamente los problemas comunes y administrar las divergencias de modo que estos países convivan en paz, con respeto a sus opciones, sin injerencias indebidas y aprovechando las oportunidades que ofrece la vecindad.

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¿Una oportunidad de distensión?

Por: Socorro Ramirez
Publicado en eltiempo.com / opinión / columnistas
12/12/2009


El Consejo de Defensa Suramericano logró un consenso sorpresivo sobre las medidas de confianza que podrían permitir hacerle frente a la proliferación de conflictos entre vecinos. Pero el acuerdo ha tenido un eco menor del que merece, tal vez porque tendría que empezar por ser aplicado en el caso más difícil: el venezolano-colombiano.

Cada uno de los dos presidentes, Chávez y Uribe, asume las iniciativas del otro en defensa y seguridad como amenaza al proceso que impulsa en su país. Y con sus reacciones ambos generan un círculo vicioso que escala las tensiones. Sin embargo, los gobiernos de Colombia y Venezuela participaron en el consenso alcanzado en el Consejo de Defensa. El acuerdo atiende las preocupaciones de ambos países y ofrece posibilidades de distensión.

Varias de las medidas acordadas en Quito así lo sugieren. Primero, se proscribe el uso o amago de uso de la fuerza, la agresión militar, la amenaza a la estabilidad o la soberanía e integridad territorial de los vecinos, y las armas nucleares.

Segundo, los países limítrofes se obligan a notificar, tanto a sus vecinos como a Unasur, antes de realizar actividades militares terrestres, aéreas, navales en sus zonas fronterizas detallando ubicación, equipos y ejercicios. Tercero, se acuerda entregar información sobre ministerios de Defensa, fuerzas y gastos militares, equipos, armas y presupuestos. Cuarto, se conviene coordinar actividades entre países limítrofes para el control de las fronteras; rastrear el tráfico de armas de modo que se puedan aclarar desvíos, contrabandos y usos indebidos; prevenir o actuar contra la presencia de grupos armados irregulares, a los que deberán capturar y enjuiciar; no apoyar activa o pasivamente a quienes ejerzan o financien acciones terroristas o usen el territorio vecino contra otros Estados. Y, quinto, se comprometen a establecer mecanismos de comunicación entre las fuerzas militares en las fronteras.

Así se puede ver también en otros compromisos suscritos por los 12 gobiernos suramericanos, que los obligan a darse mutuas garantías de seguridad: entregar el texto integral de los acuerdos de cooperación intra y extrarregionales, es decir, con Estados Unidos, el Alba, Francia, Rusia, Irán o cualquier otro país; incluir en todo tratado de defensa una cláusula que reconozca la igualdad, inviolabilidad territorial y no intervención en asuntos internos de terceros países; ratificar que los acuerdos militares que ya se hayan firmado no atentarán contra la soberanía, seguridad, estabilidad e integridad territorial de otros miembros de Unasur, ni tendrán efectos de ninguna naturaleza sobre su territorio o espacio. En este sentido, el Canciller colombiano envió al Consejo de Defensa una carta consignando las garantías solicitadas por Brasil, lo que celebró el canciller Amorim como "un avance".

Para el seguimiento de las medidas de confianza, el acuerdo establece la verificación en las fronteras. Brasilia la había propuesto, pero Caracas la había rechazado y Bogotá la había ignorado. Si Lula concreta su oferta y gana apoyo para su puesta en marcha, reduciría el riesgo de incidentes militares, convertiría a Unasur en el espacio de tramitación del conflicto y evitaría que las denuncias y demandas que Uribe y Chávez llevaron al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas compliquen aún más la situación. De paso, evitaría que perturben no sólo la silla temporal que Brasil ocupa allí, sino la que busca como miembro permanente.

En más de una ocasión, Chávez y Uribe se han visto obligados a dar marcha atrás. Con la distensión colombo-venezolana, Brasil pondría a prueba su liderazgo. A Ecuador, que preside ahora Unasur, el impulso a las medidas de confianza le daría prestigio y le serviría para la normalización de relaciones con Colombia. Suramérica lograría mejores condiciones para tramitar otros conflictos entre vecinos. ¿No se configura así una oportunidad para relajar la tensión entre Caracas y Bogotá antes de que sea tarde?

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