jueves, 29 de julio de 2010

El Presidente electo, Juan Manuel Santos, necesita hacer una diplomacia sobria

Por: Socorro Ramirez
Publicado en El Tiempo
18/07/2010


¿Qué pretende el presidente Álvaro Uribe al presentar, en vísperas de la posesión de su sucesor, a los directores de medios, el acumulado de fotos y videos de jefes de las Farc y el Eln que estarían en Venezuela? Las interpretaciones de su decisión fluctúan entre un intento del mandatario saliente por bloquear el diálogo que el Presidente electo se propone adelantar con los Gobiernos vecinos, y el de pretender al menos condicionarlo.

A lo mejor, el Presidente saliente quiere dejar atada a un asunto crucial la agenda de diálogo de su sucesor con su homólogo venezolano. Según su ministro de Defensa, "es fundamental que se resuelva la presencia de estos terroristas en territorio venezolano para proceder en cualquier dirección de normalización. El señor Presidente insiste en que trascendamos la coyuntura actual, pero que no se olvide la presencia confirmada, clara y concreta de terroristas de las Farc y del Eln en el vecino país".

Sin embargo, el hecho de que ya Uribe hubiera fustigado desde antes los primeros gestos del nuevo Gobierno hacia Venezuela llamándolos "diplomacia cosmética y de apariencia", "meliflua y babosa", llevan a pensar más bien en la primera hipótesis: Uribe busca torpedear los esfuerzos de distensión que ha emprendido el nuevo Gobierno. Quiere impedir la presencia de Chávez en Bogotá y una eventual normalización de las relaciones una vez que él entregue la presidencia, que lo harían aparecer como parcialmente responsable de su deterioro.

Expresa, de paso, su molestia con el hecho de que Santos haya nombrado canciller a la ex embajadora en Venezuela que había tenido el coraje y la firmeza de renunciar a la Embajada en la ONU y no aceptar la de Francia en señal de inconformidad con los nombramientos clientelistas realizados por Uribe. La reacción de Santos desde Miami fue elocuente. En tono más firme que de ordinario afirmó: "No tengo nada que decir", y después agregó que, justamente, Colombia y Venezuela deben iniciar un diálogo, si se quiere resolver el problema de "la presencia de terroristas en territorio venezolano".

A lo largo de los ocho años del Gobierno que termina, quedó demostrado que el uso del micrófono para las acusaciones no se traduce en un trámite más eficaz de los complejos asuntos de seguridad transfronteriza. Así quedó en evidencia con el manejo de la información de los computadores guerrilleros o con las quejas ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El anuncio de la sesión extraordinaria de la OEA para que el gobierno colombiano presente las denuncias bien podría convertirse en una oportunidad para que la Organización pueda ayudar a controlar las peligrosas tensiones en los próximos días y a concretar una hoja de ruta para que tome forma el diálogo que les conviene a ambos países y que quiere emprender el Presidente electo sobre todos los asuntos que están sobre la mesa.

El presidente Chávez reaccionó fustigando a Uribe y llamando a su embajador en Colombia. Sin embargo, parece haber dejado una puerta abierta al interpretar el hecho como un intento "de impedirle a Santos que vuelva a establecer relaciones respetuosas con su hermana Venezuela", y al agregar que está con "las manos abiertas" y a la espera del nuevo Presidente de Colombia "a pesar del pasado".

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